sábado, 24 de diciembre de 2011

EL POSITIVISMO EN ARGENTINA


EL POSITIVISMO ARGENTINO

         Dice Oscar Terán: "El discurso positivista persistió en asumir una misión: proponer un mecanismo institucionalizado de nacionalización, para lo cual mmla nación deberá ser imaginada como un dispositivo de reformas integradoras y diferencias segregacionistas.
         El imperialismo -afirma Terán- es contemplado no sólo por el discurso positivista cual un fenómeno natural, también bajo una mirada que Ingenieros desea científica la trilogía republicana de libertad, igualdad y fraternidad resulta severamente cuestionada, dado que cada uno de estos valores se opone respectiva puntualmente a los principios del determinismo, a la notoria disparidad observable en el mundo biológico y al postulado darwiniano de la lucha por la vida. Es previsible entonces que las nociones con apelaciones morales sobrevivan en este sistema en una suerte de clima hostil.(1).-
         "Por una tendencia ingénita del sistema, y muy de acuerdo con las necesidades del modelo importado, el positivismo argentino fue expurgado de sus actitudes historicistas concretas, y extraído del marco ecléctico que lo caracterizó, para entregarlo en su pretendida puridad biologista, cientificista y naturalista, sin nada que tuviese que ver Augusto Comte antintelectualista de "La synthese subjetive": aquel libro que reconoce "la superiorite logique de la poesie sur le science" (2)

Etapas del Positivismo Argentino:
           El Dr. Alejandro Korn distingue tres generaciones en el pensamiento positivista argentino:

          La primera generación de positivistas argentinos la encabezan Alberdi, Sarmiento y Mitre. En torno a ellos se agrupan los emigrados, entre ellos Florencio Varela y contemporáneos que permanecieron el país con Velez Sarfield, Avellaneda, aunque más joven debe agregarse al grupo.
           "La acción política que les cupo realizar pusiéronla como instrumento al servicio de sus ideas. Los tres por su mocedad radican  en la época romántica. Pero los arabescos románticos de este pseudo positivismo pronto se borraron de la mente en aquellos hombres, llamados, ante todo, a resolver problemas concretos surgidos de nuestra evolución nacional".
         "Aman, odian, se exaltan; con fe profunda en el poder de las ideas trabajan, legislan, escriben, debaten. No estaban muy distanciados de las tendencias rivadavianas, liberales y utilitarias que entendían ser la herencia de la revolución de Mayo"
         "Alberdi, Sarmiento y Mitre son tres personalidades, luego son tres caracteres; unidos en el ideal común se distinguen por modalidades propias, chocaron con aspereza en hondos conflictos, pero para los venideros constituyen una trinidad
         "Durante su estada en Montevideo vuelve Alberdi a publicar algunos artículos sobre filosofía, en los cuales ya se desentraña más claro su concepto y aparece por primera vez el epíteto "positivo" en el sentido actual de la palabra "La filosofía está ligada a todo lo que hay de positivo, de más real, de más indispensable en la vida; a las artes, a las leyes, a la política, a la economía, a la industria".
         "Filosofía, en una palabra, penetrada de la necesidades sociales, morales e inteligentes de nuestro país, cara, democrática, progresiva, popular, americana".-
         "En otro ensayo, del año 42, titulado Ideas para peisir a la confección del curso de filosofía contemporánea"; "que el sentido de la de la filosofía especulativa, de la filosofía en sí, la filosofía  deber  ser positiva y real, aplicada ala ciencias sociales, políticas, religiosas y morales de estos países...La abstracción pura, la metafísica en sí, no echar  raíces en América".
         "En el traqueteado aforismo "gobernar es poblar" la tradición ha condensado en instintiva síntesis el pensamiento alberdiano"
         "Mitre le critica a Alberdi su libro "Las Bases" "le faltan los dos elementos esenciales que constituyen la única durable de las producciones intelectuales: originalidad... fue un trabajo de oportunismo".
         "El concepto de civilización para Sarmiento es puramente utilitario y positivo. En los cincuenta volúmenes de la compilación de sus escritos no se halla una definición  abstracta del término. Lo define por enumeración: "Civilización es afirmar el imperio de la ley y de la autoridad constituida, educar las masas por la escuela primaria, abrir los puertos y los ríos al comercio universal, construir caminos y vías férreas, fomentar el arraigo de nuevos colonos, remover todos los obstáculos morales y materiales a la libre expansión de las fuerzas económicas".

         La segunda generación la representa hombres nacidos poco antes o después de Caseros; algunos aún durante el ostracismo de los padres. Es un grupo de hombres cultos y talentosos, universitarios los más, de palabra fácil y de pluma ágil, que, libres ya de toda sugestión romántica, nada propio agregan a las ideas recibidas.
         "Hombres inteligentes, no podía ocultársele la discordancia entre los verbalismos corrientes y los hechos reales, entre el énfasis democrático y la perversión profunda de la vida política labrada por la simulación y el fraude. La conciencia de esta dualidad, que alguna vez degenera en duplicidad, le obliga a explicarla  y aún a justificarla como una imposición del medio o a construir la teoría ad-hoc que reduce las instituciones a una ficción jurídica, a una bambalina para la plebe, tras de la cual se desenvuelve, en un maquiavelismo de pacotilla, la acción de los iniciados". "Sin embargo, ni esta posición, al fin realista y defendible, se atrevieron a exponerla con valentía fuera de las tertulias íntimas, siempre amenas, porque los hombres del "régimen" fueron grandes "causeurs".
           Alejandro Korn critica duramente a los integrantes de esta etapa del positivismo en Argentina "Así llevaron casi a sabiendas al pueblo argentino a su más profunda crisis moral. Nunca ejercieron una acción tutelar o previsora. Contribuyeron a intensificar el concepto materialista vulgarizado, dejaron desenvolverse libre y ciegamente el proceso colectivo sin poner valla al desborde e indiferentes vieron relajarse todos los vínculos morales. No fue mérito de ellos si la nacionalidad no zozobra en el fango. La apreciación la hará  la historia en su oportunidad, sin duda con indulgencia, al contemplar la escasa acción propia de esta individualidades en el conflicto provocado por un excepcional desarrollo económico en una colectividad de escasa cultura estética y ética".

         La tercera generación muy lejos de ver en el desenvolvimiento histórico un corolario del positivismo creyó que aceptándolo como posición filosófica podría hallarse los elementos de una regeneración ética. Su revolución encaró tan sólo los abusos evidente, sin crear una nueva situación espiritual. En términos argentinos, pretendía curar el aberdismo degenerado por el Alberdi genuino. En manera alguna se emanciparon de las tendencias imperantes, pero intentaron elevarlas y dignificarlas.
Deben distinguirse dos grupos bien distintos: los universitarios y los normalistas:                        
         "El núcleo más caracterizado de los primeros constituyen los egresados del año 82 de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Esta promoción comprende al los doctores José Nicolás Matienzo, Juan Agustín García, Rodolfo Rivarola, Luis M. Drago, Norberto Piñero, Ernesto Quesada, a quienes hay que agregar otros procedentes de cursos anteriores o posteriores, como Antonio Dellepiane y Francisco Barroestaveña. De la Facultad de Medicina vinieron Ladislao Homberg y José María Ramos Mejía. De ciencias exactas, Emilio Mitre, y del Universidad de Córdoba, Joaquín V. González. Adolfo Mitre y Alberto Navarro Viola, llamados también a destacarse tuvieron un fin  prematuro".
         "Los hombres del 80", en general, acogieron con simpatía la doctrina agnóstica y evolucionista de Spencer sin dejar de informase en las corrientes afines del movimiento universal. Siguieron de cerca la fase psicológica del positivismo, siempre más interesado en las aplicaciones políticas, jurídicas, sociales o pedagógicas que en la dilucidación de los principios abstractos. Con horror de la metafísica, sin fervor  religioso, aceptaron como un dogma la subordinación de las ciencias psíquicas a las naturales, profesaron las tendencias individualistas del liberalismo inglés, proclamaron las excelencias  del método experimental, alguna vez lo emplearon y en toda ocasión se distinguieron por un criterio recto y honesto.
         "Absorbidos por la cultura europea no valoraron las fuerzas ingénitas del alma argentina y buscaron  remedios exóticos para nuestro males. Mentalidades de gabinetes, nunca se identificaron con el sentir de las masa, hombres de pensamientos carecieron de empuje militante. Otros lucraron las ideas que ellos diseminaron"
         "La creación de la Universidad de La Plata, la universidad positivista, fue la obra de Joaquín V. González. De los pocos de su generación con influencia política".-
         "La actual Facultad de Humanidades....Dentro de sus estrechas normas, bien adaptadas a la mentalidad femenina, bajo la acertada dirección de Victor Mercante, formó un alumnado que se distingue en los puestos de la docencia elemental. Colaboraron en esta obra con indiscutida competencia Leopoldo Herrera, Alejandro Carvo, Rodolfo Senet, y Alfredo Ferreyra.
         Los nombrados, a quienes debe agregarse los nombres de toda una pléyade, son egresados dela Escuela Normal de Paraná. Esta fue, en efecto, el punto de partida del grupo de la tercera generación que hemos llamado "los normalistas".
         "En las Escuela de Paraná  prevaleció la filosofía de Comte sazonada con un poco de darwinismo y evolucionismo. Debiéndose esta orientación, en parte, a doctores Torres, el educacionalista español a quien Sarmiento encargó la dirección. Pero la influencia decisiva la ejerció luego  el naturalista Scalabrini, quien imbuido de los ideales del "Risorgimento" italiano, se complacía en una apasionada clerofobia. Sobrevino más tarde el contacto con la psicología experimental y la sociología. Ellos llevaron a las provincias del interior, junto con la enseñanza laica, la emancipación espiritual y económica de la mujer argentina. Ellos, por fin, organizaron nuestra escuela elemental".
         "Muy otros, empero -sostiene Korn- fueron los frutos del normalismo en los colegios nacionales y en la universidad. Los métodos apropiados a la escuela infantil no podían ni debieron trasladarse a la enseñanza superior. La tendencia a mecanizar la docencia, la actitud magistral, el enciclopedismo superficial no constituyen un progreso en el desenvolvimiento de la enseñanza secundaria, mucho menos la orientación utilitaria, el fín de la preparación práctica para la vida. En la enseñanza superior se acentuaron ciertos rasgos derivados del positivismo comntiano" (3).
        

(1) Terán, Oscar : "Positivismo y Nación en la Argentina" Edit. Puntosur; Pag. 50; Buenos Aires l987.-
(2) Chavez, Fermín: "La recuperación de la conciencia nacional" Peña Lillo editor; Bs. As. l983; pag.80.-)     
(3) Korn, Alejandro: "Influencias Filosóficas en la Evolución Nacional" en "OBRAS" Universidad Nacional de La Plata; V. III La Plata 1940.-


JPZ

1 comentario:

  1. Gracias por compartir el texto, me sirvió de punta pie para un trabajo academico que debía realizar

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